LA ANOSMIA

Cuando a alguien le falta la vista le llamamos ciego. Cuando lo que no percibe son los sonidos le llamamos sordo. Si no sabe hablar le llamamos mudo. Pero... ¿Y si no percibe los olores, como le podemos denominar? Anósmico , esa es la palabra desconocida por mí hasta hoy, y seguramente para muchos de vosotros. 
Muchas veces no somos conscientes de la importancia que tiene el olfato en nuestras vidas,  marcan muchos de nuestros actos y por lo tanto hasta la dirección de nuestra vida. 
Hay olores que perduran para siempre en nuestra vida. Sobre todo los olores agradables que nos acompañan en experiencias positivas. Por ejemplo, yo nunca he podido olvidar cómo huele la Alhambra de Granada. Fue uno de mis recuerdos más tempranos, de los paseos con mis padres y mi hermano cuando yo era muy pequeña. Quizás el más significativo para mí el del mirto o arrayán, cuyo nombre proviene del árabe al rayhan, "el aromático". Ahora siempre que viene hacia mí ese aroma, me transporta hacia un clima de relajación instantánea, a sensación de vacaciones, de sol y de bienestar. 
Tampoco nunca hemos podido olvidar el olor a los libros de texto nuevos con los cuales cada año descubríamos todo lo que íbamos a aprender. Todavía me sigue maravillando ojear los libros y con el aire que producen las hojas absorber el aroma de sus páginas.
Evidentemente, el olor de tus hijos. Desde la primera vez que los hueles, ya no se te olvida nunca. Una vez vi por televisión que vendaban los ojos a una madre y a un padre y tenían que reconocer por el olor a su bebé . De diez madres, las diez lo identificaron. De los padres lo pudieron hacer tres. Es un acto significativo de naturaleza.
Otro ejemplo curioso. Cuando buscamos pareja una de los rasgos que nos atraen de esa persona es su olor. No somos conscientes de ello, en la mayoría de los casos. Pero se ha demostrado científicamente que una persona puede evitar estar al lado de otra según su olor corporal (dejemos de lado que sea un olor desagradable, está claro). Pero hay olores que son incompatibles de una persona a otra. 
Cuando entramos a casa de alguien, esa familia huele diferente a la nuestra y lo notamos. Incluso la ropa huele diferente, aunque la lavemos con el mismo detergente. 
Las personas en este sentido también tenemos gustos diferentes respecto a los olores. Recuerdo con risa que a mi abuelo le encantaba el olor del estiércol recién rociado en el campo. Y nos decía convencido: "oler, oler, que es lo más sano que hay". Y sus nietos nos reíamos y pensábamos que algo no andaba bien por su cabeza. 
Odio los olores artificiales. Incluso pienso que soy alérgica a algunos de ellos. No puedo con los ambientadores. No hay nada mejor como el "no olor" en ese sentido. Abrir bien la ventana por la mañana y que el aire fresco inunde nuestra casa. O los perfumes demasiado estridentes, vamos que te revuelven el estómago. 
En cambio, hay otros que jamás te cansarías de oler, como el de la mandarina, el pan recién sacado del horno o el aroma de la lluvia cuando cae encima de la tierra. 
Seamos conscientes de lo que supone el olor en nuestras vidas, y hasta qué punto ha podido tener que ver en nuestro destino . ¿Lo hacemos?

Comentarios

  1. estoy de acuerdo contigo siempre hay olores que no se olvidas sobre todo de la niñez y el olor de las personas eso si estoy muy de acuerdo y no por mal olor pero es algo que no se puede evitar y lo se porque lo he vivido y marca mucho es como un repelente pero sin tu darte cuenta y una vez que desaparece de tu vida no te das cuenta hasta que alguien te hace pensar en ello y recuerdas como te hacia sentir,es parecido aunque no iualul como el que esta a tu lado y te quita la enegía esos que se les suele llamar vanpiros jaja bueno eso es u otra historia,bueno en besote y hasta la próxima..

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  2. Huele a tarde de invierno, a mandarina y papel !
    Bella entrada.

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