LA NIÑEZ
Recuerdo mi infancia como una etapa muy introspectiva, dónde ya se marcaba mi especial sensibilidad hacia todo y hacia todos. A veces la nostalgia me invade en ciertos aspectos que hoy en día me dejan vacíos importantes; como aquellas charlas interminables con mi hermano mediano que algunas veces nos duraban horas y horas. Nuestras conversaciones eran verdaderamente interesantes y no necesitábamos mucho más que la observación de una mosca para divertirnos. Rebosábamos en imaginación a falta de objetos alternativos. Una libreta y un bolígrafo siempre fueron mi regalo favorito. Dibujar, escribir, leer. En mi generación fuimos unos verdaderos supervivientes. Nadie te ayudaba a hacer los deberes y si alguna vez me estresaba con los tareas diarias pues utilizaba mi ingenio, inventándome los números de aquellas interminables divisiones. Eso sí, siempre los llevaba hechos. Mis padres nunca conocieron a mis maestros. Quizás alguna vez de oídas. Y mis maestros, pues tampoco. Si tenía angina