MI JARDIN INTERIOR

Hace ya algunos años, mediante la recomendación de una compañera de trabajo, me leí un libro que se llama "El jardín interior" de Maureen Garth, un libro de meditaciones, adaptado a todas las edades. De hecho en la portada pone de 9 a 99, aunque pienso que con tu imaginación lo puedes explicar antes y aplicarlo mucho después si lograr sobrepasar los 99 años. 
Es de esos libros que quizás olvidas el argumento, pero que se queda la esencia para siempre en ti. Un escrito que se adapta a tu ser completamente como si fuera un colchón viscolástico y que día a día lo conviertes en un hábito más de tu rutina diaria. 
Animo a todo el mundo que lo lea y convierta su momento meditativo en algo único con lo que acabar lo mejor posible el día. 
En esta página de mi blog, intentaré explicar mi propia experiencia, tal como se ha quedado impregnado en mi alma. 
Cuando acabo el día y me meto en la cama, suelo repasar lo que he hecho. Hay días que estoy muy cansada y no me da tiempo, (aunque son excepciones). Por lo tanto, accedo a mi meditación diaria y me dirijo hacia mi jardín interior, al cual sólo puedo acceder yo. Nadie tiene acceso. Voy bajando una escalera que me transporta a ese minimundo del cual soy absolutamente propietaria. Nadie puede seguirme, ni ver lo que estoy haciendo, ni sintiendo. Siempre voy con una ropa lo suficientemente cómoda y vaporosa. No me pesa. Siempre voy descalza para sentir la tierra en mis pies y ser consciente de donde piso. En mi jardín hay una valla que separa lo exterior de mi linda casa. En la entrada hay un árbol. Es grande, acogedor. No lo puedo abarcar con los brazos. Y tiene muchísimas ramas; altas ,frondosas, que parece que me arropan con mimo y comprensión. Antes de entrar a mi casa, saludo a mi árbol y le explico lo que no me ha gustado de ese día, y él me permite que vaya dejando mis problemas allí colgados, palabras que no debí decir, cosas inacabadas, personas que me han mandado mensajes erróneos, dolores que me preocupan, presiones que no me dejan respirar bien. Él me comprende y acoge con dulzura todo lo que le voy dejando. Los cuelgo en sus ramas y me despido de él para entrar en mi bonita casa de madera. No tiene casi muebles, ni tampoco demasiados accesorios, ni cortinas, ni cojines, ni jarrones, ni cuadros. Pero me encanta. Me siento en una silla que tengo especial de madera y empiezo a recordar las cinco cosas más bonitas que me han pasado ese día. Por ejemplo explicaré las mejores que me pasaron ayer: 1) Fui a la playa y las olas acariciaban mis piernas. 2) Nos comimos un bocadillo de tortilla y luego cerezas en la playa. 3) Subimos a una montaña en la que había una bandera y a mis hijos les pareció una superaventura. 4) Me comí un helado de menta con chocolate (mi favorito) 5) Fui a ver a mis padres. Seguro que me pasaron muchas más, pero cinco es un buen número. Después me abrazo a la almohada y sonrío y me siento muy bien. 
Las cosas más bonitas de la vida, la mayoría son gratis, por lo menos, las que más recuerdas. Es curioso, que el otro día al pensar las cinco cosas bonitas del día, no incluí un maravilloso vestido que me había comprado en las rebajas. Aquel que te compras para una ocasión especial, y que al final decidí que la ocasión especial fue al día siguiente, en el cual tampoco iba a hacer nada de especial. Tampoco incluí los zapatos que ansiaba hace tiempo y que esperé a las rebajas para comprarmelos. Resulta que eran muy buenos y bonitos que no estaban rebajados. Tanto esperar para nada... Bueno, me los compré, porque los necesitaba, pero tampoco fueron parte de mis cinco cosas bonitas. En cambio tuve la suerte de poder ir a desayunar  y luego a tomar un café por la tarde con mi mejor amiga. Fui a las rebajas cogida de la mano con mi hija, dándonos besos y abrazos. Y eso sí que es bonito. 
Bueno, hoy puede pensar alguien que hoy estoy empalagosa, hasta la saciedad. Y es la verdad. A veces soy extremadamente de esta manera. No pasa nada, colgaré en el árbol el exceso de azúcar de hoy. Y ahora que pienso, todavía me quedan cosas bonitas qué recordar para esta noche. Quizás ponga esta historia entre ellas. 

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