NO ES MI HIJA
Aquella mirada perdida me llevó de repente a un 13 de abril de 2005. Ese miércoles de primavera mi marido tenía el día libre y pensó que sería buena idea pasar la jornada juntos ; un día especial con nuestra pequeña Lucía. Siempre es bueno romper la rutina. En nuestra vida era algo primordial y normalmente pensábamos alguna excusa para salirnos de los hábitos predeterminados. Era como coger aire nuevo para seguir con los quehaceres diarios.
Pensamos en ir a visitar la ermita de Sant Cristòfol de Castellbell. Queríamos recordar tiempos pasados; cuando éramos novios y pasábamos algunas temporadas en la casita que mis padres tenían por aquel entonces en aquellos parajes.
Nuestra hija tenía cinco años y era una niña vivaracha, quizás demasiado para su edad. Lo preguntaba absolutamente todo. Nada se le escapaba, todos los detalles eran pocos para aquel pozo sin fondo que era su imaginación.
Fuimos a pasear por el frondoso bosque de pinos que bordean un camino que van a dar a la abadía de Montserrat. Le explicamos que por allí se podían encontrar algunos fósiles de un mar existente hace ya muchísimos años. De hecho en nuestra casa teníamos una gran gama de ellos que nos llevamos cuando nuestros padres vendieron la casa. Aquella casa ya no era lo que fue en un principio: un vergel de preciosa vegetación y un pozo que estaba repleto de agua. Las plantas empezaron a morir. El terreno se volvió árido. Y el pozo se secó. Era curioso que en algunas noches apreciáramos alguna sombra negra que nos dejaba atónitos por no saber su procedencia. Pero era evidente que aquella etapa en nuestra pequeña casa de Sant Cristòfol había acabado y era una buena ocasión para venderla.
Lucía no paraba de mirar al suelo . Ella quería encontrar un fósil a toda costa. Lo llevaría al colegio y la convertiría en protagonista de la clase ,seguro.
Mi marido y yo conversábamos sobre las extrañas sombras negras de las que nunca supimos su procedencia. De repente, Lucía había desaparecido de nuestra vista. El pánico se apoderó de nosotros y comenzamos una búsqueda incesante y alocada. Mi corazón me repetía que algo indeseable estaba pasando y no me solía engañar. Empecé a llorar y a temblar. Veía a mi marido dar saltos entre las piedras temiendo que Lucía hubiera caído por algún pequeño barranco sin que nosotros nos hubiéramos dado cuenta.
De repente, cuando mi garganta gritó su nombre con gran desesperación, Lucía apareció con una gran sonrisa y un fósil de caracol en la mano. Un brillo especial pude distinguir en sus ojos. Le pregunté que dónde se había metido. Y ella me dijo: "Hay muchos, están por todas partes". "No vuelvas a hacer eso, nos has dado un susto de muerte". Su padre aguantó la respiración y miró hacia el cielo , quizás dando las gracias por haber supuesto lo peor.
Fueron pasando los días y mi hija cantaba una canción continuamente. Era un idioma extraño. Yo le preguntaba que quién le había enseñado aquellas notas. Ella me miraba y me decía : Delcor. Me tocaba la mano y yo no la reconocía. Ni su tacto, ni su olor. Eran diferentes. Su mirada no era la misma. Ni su risa, ni su voz. Era como si fuera otra persona. Nunca preguntaba nada. Siempre hacía lo que le mandábamos y sus rabietas se esfumaron.
Una mañana fui a despertarla para ir al colegio. Desde la cocina empecé a decir su nombre y ella no venía: Lucía, Lucía... Fui hacia su habitación y estaba sentada encima de la cama. Me sonrió y me dijo: Lucía ya no está. Se fue el 13 de Abril...
Podéis leer más relatos en http://eldemiurgodehurlingham.blogspot.com.es/2016/08/este-jueves-un-relatoargumentos.html
Pensamos en ir a visitar la ermita de Sant Cristòfol de Castellbell. Queríamos recordar tiempos pasados; cuando éramos novios y pasábamos algunas temporadas en la casita que mis padres tenían por aquel entonces en aquellos parajes.
Nuestra hija tenía cinco años y era una niña vivaracha, quizás demasiado para su edad. Lo preguntaba absolutamente todo. Nada se le escapaba, todos los detalles eran pocos para aquel pozo sin fondo que era su imaginación.
Fuimos a pasear por el frondoso bosque de pinos que bordean un camino que van a dar a la abadía de Montserrat. Le explicamos que por allí se podían encontrar algunos fósiles de un mar existente hace ya muchísimos años. De hecho en nuestra casa teníamos una gran gama de ellos que nos llevamos cuando nuestros padres vendieron la casa. Aquella casa ya no era lo que fue en un principio: un vergel de preciosa vegetación y un pozo que estaba repleto de agua. Las plantas empezaron a morir. El terreno se volvió árido. Y el pozo se secó. Era curioso que en algunas noches apreciáramos alguna sombra negra que nos dejaba atónitos por no saber su procedencia. Pero era evidente que aquella etapa en nuestra pequeña casa de Sant Cristòfol había acabado y era una buena ocasión para venderla.
Lucía no paraba de mirar al suelo . Ella quería encontrar un fósil a toda costa. Lo llevaría al colegio y la convertiría en protagonista de la clase ,seguro.
Mi marido y yo conversábamos sobre las extrañas sombras negras de las que nunca supimos su procedencia. De repente, Lucía había desaparecido de nuestra vista. El pánico se apoderó de nosotros y comenzamos una búsqueda incesante y alocada. Mi corazón me repetía que algo indeseable estaba pasando y no me solía engañar. Empecé a llorar y a temblar. Veía a mi marido dar saltos entre las piedras temiendo que Lucía hubiera caído por algún pequeño barranco sin que nosotros nos hubiéramos dado cuenta.
De repente, cuando mi garganta gritó su nombre con gran desesperación, Lucía apareció con una gran sonrisa y un fósil de caracol en la mano. Un brillo especial pude distinguir en sus ojos. Le pregunté que dónde se había metido. Y ella me dijo: "Hay muchos, están por todas partes". "No vuelvas a hacer eso, nos has dado un susto de muerte". Su padre aguantó la respiración y miró hacia el cielo , quizás dando las gracias por haber supuesto lo peor.
Fueron pasando los días y mi hija cantaba una canción continuamente. Era un idioma extraño. Yo le preguntaba que quién le había enseñado aquellas notas. Ella me miraba y me decía : Delcor. Me tocaba la mano y yo no la reconocía. Ni su tacto, ni su olor. Eran diferentes. Su mirada no era la misma. Ni su risa, ni su voz. Era como si fuera otra persona. Nunca preguntaba nada. Siempre hacía lo que le mandábamos y sus rabietas se esfumaron.
Una mañana fui a despertarla para ir al colegio. Desde la cocina empecé a decir su nombre y ella no venía: Lucía, Lucía... Fui hacia su habitación y estaba sentada encima de la cama. Me sonrió y me dijo: Lucía ya no está. Se fue el 13 de Abril...
Podéis leer más relatos en http://eldemiurgodehurlingham.blogspot.com.es/2016/08/este-jueves-un-relatoargumentos.html
un inquietante cierre, que ya se anunciaba.
ResponderEliminarBien planteado.
Un abrazo.
El 13 de abril nació mi hija.. Y aunque no se fue como lucía, si se fue con mi nieta a buscar otra oportunidad de vida en otro país lejos de esta Venezuela caótica.. Tu relato es muy bueno, como madre sentí la desesperación al no ver a tu pequeña cerca y el escalofrío de saber que alguien ocupa su lugar.... Bss
ResponderEliminarTriste final. Un relato inquietante como dice Demiurgo y muy bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Un fenómeno parnormal, muy bien pensado y descrito maravillosamente. Ilustrativo al cien por cien. Un saludo cariñoso.
EliminarTerrible historia que nos mete en el misterio y la desesperación de sus protagonistas. Nos has dejado con la piel erizada! Buen relato
ResponderEliminar=D
Un abrazo
Buen relato, intrigante hasta el final, conserva esa tensión de principio al final.
ResponderEliminarun abrazo
Este tipo de relatos logran agitarme… muy bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Magnífico e inquietante relato Maribel. Me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarEs verdad que tu relato y el mío tienen bastantes coincidencias ja,ja.
ResponderEliminarNos has dejado también un final abierto y muy inquietante.
Un beso
Relato inquietante con tintes de paranormal, al final queda el sabor de la desazón, magnífico, besos.
ResponderEliminarRelato inquietante con tintes de paranormal, al final queda el sabor de la desazón, magnífico, besos.
ResponderEliminarTu relato tiene una tensión que atrapa, me ha gustado mucho, claro que no me deja buen sabor el final
ResponderEliminarAbrazo
Pelos de punta ��
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