EL PATITO FEO

Clara miraba sus fotos de cuando era niña. Por una parte sentía una nostalgia especial de un tiempo ya tan lejano donde pocos recuerdos agradables podía acunar. Pero, por otro apreciaba que el éxito que ahora mismo la albergaba eran producto de aquellos momentos que tanto malestar le crearon.
Nunca se vio una niña excesivamente bonita. Ni tan siquiera salerosa. Siempre se escondía detrás de la falda de su madre cuando alguien venía a decirle cualquier piropo de esos que suelen decir las vecinas del pueblo. Palabras vacías que poco llenaban aquella autoestima de niña pequeñita con gafitas cuadradas. 
Siempre fue una niña observadora, curiosa. El silencio era su mayor compañero. Es el más sincero, el que nunca te falla. El que siempre te guía.
 Los mejores juegos eran en los que ella era la protagonista eran aquellos en los que jugaba sola y podía ser lo que ella quisiera, desde un capitán pirata a una princesa encerrada en la torre más alta. 
Le gustaba dibujar en aquella vieja libreta de espirales. Su mejor juguete. En ella podía recrear centenares de ideas, lugares, pintar bellas princesas con coronas y vestidos espectaculares. 
Pronto aprendió el arte de la música y sobre las teclas del piano acariciaba melodías que la transportaban a otro mundo, uno donde no había lugar para el dolor, la desesperanza ni la traición. 
De pronto sintió la necesidad de repasar aquella vieja caja de galletas donde guardaba todas sus fotos de juventud. "Un día de estos tengo que hacer un álbum" . Pero nada comparable con sacar al azar aquellas viejas fotos que describían momentos de su vida pasada y que con sólo mirar a los ojos le traían reminiscencias de las sensaciones vividas. 
Es curioso. Ahora ella tenía una profesión dónde ayudaba a las personas a tomar decisiones. Era personal shopper. No le atraía el contenido de su profesión. Era llenar espacios de personas vacías con pocas ganas de complicarse la vida. Lo que sí le fascinaba era recrear su imaginación y posteriormente en sus personajes reales lo que aquellas figuras le inspiraban. 
Su vida personal muchas veces era un caos. A veces tenía la sensación de que algunos clientes se le mezclaban unos con otros, aunque había adquirido la habilidad de pararse y que todo volviera de nuevo a su sitio. Su casa merecía más mimo. A veces le brindaba ese beneficio, aunque no era su prioridad. 
En el amor no había tenido demasiada suerte. Era como un imán de perfectos desastres que lo único que hacían eran echar por tierra su autoestima. 
En ocasiones se había desesperado por la inercia de estas amistades condicionales, que solo la abocaban a una sensación de pérdida de tiempo considerable. Jamás había tenido tanta certeza que los  hombres y las mujeres veníamos de planetas diferentes. Sí, lo confesaba había leído aquel bestseller de pacotilla de que los hombres son de .... y las mujeres de .... 
Su frase preferida: "las mejores cosas de la vida son las que pasan sin que te las esperes" Siempre se la daba prestada a sus clientes.  Era una mujer generosa, por qué no decirlo desprendida. Aunque en ocasiones cuando las cosas no le iban bien, tenía la virtud de escucharte a la vez que pensaba que hoy se podía haber tomado el día libre y no escuchar a aquel pesado que le decía que cómo le sentarían unas mechas rosas en su flequillo. 
Hay veces que no los sospechas , pero aparecen en tu vida ángeles que te desean todo lo mejor como señal de agradecimiento. Y esos ángeles traen lo que siempre habías anhelado. Y con ese halo el desvanecimiento del maleficio. 
Clara se había enamorado. Y lo sabía . Como lo pueden saber solo un tipo de personas determinado. Lo primero que hizo fue tirar a la basura su libro de cabecera. "Los patitos feos " de Borys Cirulnik.  Y pintó su habitación de colores claros y sencillos. 
Por fin el aire entraba en su habitación y esa sonrisa adorable nunca más volvería a ser forzada. Esa G de sus escritos por fin podría exhibir la genialidad y creatividad de la que su auténtico amor puede dar a los demás. 
Suspiró y de un salto fue a coger el teléfono...

Comentarios

  1. A veces es bueno ser diferente, para desarrollar alguna habilidad especial, algún talento. Aunque sea molesto, puede llegar a traer satisfacciones. Y ella ha descubierto como hacer algo por los demás, algo no convencional.
    Y está bien que se haya enamorado. Merece ser correspondida.
    Saludos.

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