Nadie conocía mi secreto. En realidad, yo no era hija de la
madre Tierra. Nací en el seno de una familia prestada por el cosmos para que mi
alma compartiera los secretos del aire y del fuego. Nadie podía comprender mi
mirada triste , lejana , sin vida. Muchas veces , ni yo misma podía alcanzar el
porqué de mi desapego a todo lo que representaba el oxígeno que me envolvía.
De vez en cuando, lo único que me tranquilizaba era ir por
las tardes cuando estaba a punto de anochecer a la bahía y veía desaparecer el
sol en el horizonte. El sonido del mar iba apaciguando mi siempre desesperada
respiración.
Una música dentro de mi cabeza venía de vez en cuando, notas
que recordaban antiguas melodías celtas y que me transportaban a otros
escenarios ya vividos y nunca visitados. Esa música producía en mí una
sensación de bienestar que raramente podía encontrar en nada que me acompañase
en mi recorrido por la vida.
Un día , sin saber el motivo me introduje en el mar. Era una
noche de cielo estr…
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