CADA JUEVES UN RELATO: DEPORTES
MI DEPORTE FAVORITO.
Todo empezó aquel jueves,
cuando como de costumbre de siete a ocho de la tarde “disfrutaba” de mis clases
de aguagym en el complejo deportivo de mi barrio.
Mi médico me había
aconsejado adelgazar unos cuantos kilos, debido a los excesos de colesterol que
había acumulado recientemente, a los peligros que entrañaban para mis
articulaciones cada vez más oxidadas y por mi estado anímico en general, lo cual repercutía enormemente en la desidia
hacia mi aspecto que el espejo no paraba de recordarme.
De hecho, este deporte
acuático fue el único que me llamó algo la atención. Más que nada porque dentro
del agua somos todos iguales y no se notaría mucho mi más que consabida poca
gracia a la hora de seguir cualquier coreografía.
Desde el agua podía
vislumbrar las clases de bodycombat donde se hacían ejercicios cardiovasculares
inspirados en las artes marciales. Pensé que podría dejar libres mis más que
altas cargas de adrenalina. Sentía verdaderamente envidia porque en el fondo no
me identificaba con aquellos movimientos tan sumamente torpes que hacían
hundirme todavía más en mi propia miseria.
Así que ni corta ni
perezosa y animada por mi mejor amiga , a la cual le agradezco su incansable refuerzo
cuando más lo necesito, me embutí en unas mallas ciclistas y me puse aquella
camiseta de propaganda de aceite que me regalaron aquel verano en el pueblo de
mi suegra.
Nada más entrar, todo el
mundo se me quedó mirando. O al menos era lo que me decía lo que quedaba de mi
ego empobrecido y medio paranoico. Pero yo, una mujer que pretendía esconder su
inexistente narcisismo debajo de su valentía, me puse en una esquina que me
ofrecía una perspectiva estupenda a todo el grupo. Me puse mis gafas especiales de no ver lo que
hay a mi alrededor y esperé con ansia el primer compás de la música.
Empieza la coreografía.
Tuve suerte. Sólo hacía una semana que habían comenzado. Empecé a sudar, y ya
no solo por los ejercicios, sino porque mis problemas de lateralidad hacían que
justamente fuera hacia el lado contrario que todo el mundo. Pero…cuando estallaron
los golpes, katas y patadas, empecé a
imaginar todo lo que no me había gustado de ese día y proyecté en mis
movimientos mis inútiles debilidades y mis ansiedades más pétreas. Por último
unos minutos de tai-chi hicieron que me sintiera enormemente satisfecha conmigo
misma y mi personalidad se elevara a la séptima potencia. Y es que no hay mejor
deporte que el amor propio.
Más relatos en:
http://osrelatospasaxeiros.blogspot.com.es/2014/01/este-jueves-deportes.html
Nada como el esfuerzo y la buena voluntad. Besos.
ResponderEliminarLeyéndote me he puesto a sudar al sentir como propios los apuros de tu prota, así es que ahora estoy tan aturdida que necesito descasar, me voy a ello.
ResponderEliminarEl amor propio no nos puede llevar a machacarnos en gimnasios. Si amor propio es el amor que nos tenemos a nosotros mismos (o algo así), no podemos encontrar complacencia en castigarnos de esa manera con el ejercicio físico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué verdad! Creo que ese amor interno, nos es necesario para valorarnos en todos los sentidos, desde lo positivo que podemos realzar de nosotros, como lo negativo, para darnos cuenta en qué nos conviene mejorar.
ResponderEliminarHas dado una estupenda clase desde la experiencia y la vivencia personal.
Besos!
Gaby*
Cuando uno no esta conforme consigo mismo, hay que buscar actividades que refuercen la autoestima. Al parecer lo has conseguido!
ResponderEliminarUn beso!
Esto de las artes marciales está muy bien; pero como dices tú lo mejor es que no se hiera nuestro amor propio, hay que estar conforme consigo mismo y buscar algo compatible con nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo
No hay mejor deporte que el amor propio. Pero no está de más intentarlo.
ResponderEliminarBesos
jaja estupenda manera de contar, con lujo de detalles, una experiencia que puso a prueba tu decisión y fuerza de voluntad. bien por vos!
ResponderEliminar=)
Intentarlo es lo mejor, pero siempre nos quedará el amor propio. como bien decís....
ResponderEliminarbesos
Que conste que no es autobiográfico, jajajajaja, es que la "prota" es muy , pues eso, prota...
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